Thursday, August 13, 2015

No miren en la dirección opuesta: la violencia de la “guerra contra las drogas” y la extracción en México






Volante del gobierno anunciando la segunda etapa del "Plan Estratégico de Seguridad" para el pequeño pueblo de Valle de Bravo, en el Estado de México.

Cuando el narcotraficante mexicano Joaquín 'El Chapo' Guzmán escapó de la cárcel por un túnel en julio, la historia llegó a los titulares internacionales. La búsqueda posterior del Chapo dominó la cobertura de los medios de comunicación de México por semanas. L@s expert@s y l@s periodistas afirmaron que su fuga había retrasado por una década las relaciones mexicanas-estadounidenses.

Siete funcionari@s de prisiones han sido detenid@s en relación con la fuga de El Chapo (o quizá podamos entenderla mejor como una especie de liberación no oficial). Esta es la segunda vez que El Chapo ha salido de la cárcel. La primera vez que se escapó de Puente Grande, una prisión de seguridad máxima, lo hizo con la complicidad de l@s funcionarios de la prisión. La historia oficial era que se escapó en un carro de lavandería, pero su primera salida, al igual que la segunda, no habría sido posible sin la complicidad y la participación de l@s funcionari@s de la prisión.

La cobertura de la fuga del Chapo eclipsó la discusión de los ataques contra el pueblo en Michoacán y Guerrero, las nuevas compras militares y las primeras subastas de bloques de petróleo en 75 años, proporcionando un ejemplo de cómo las narrativas dominantes en la guerra contra las drogas sirven para ocultar los eventos importantes que ocurren simultáneamente. La narrativa de la corriente principal de los medios de comunicación con respeto a la guerra contra las drogas incluye: un enfoque en la narración de algunas historias, como la fuga de El Chapo, o las rivalidades entre los cárteles; y una indiferencia hacia los asesinatos, desplazamientos y desapariciones, así como los eventos económicos que transforman la sociedad mexicana.

La idea de que un individuo podría mediar la guerra o la paz era prominente en los informes de los medios de comunicación acerca de la fuga del Chapo. La violencia continua en México era en gran parte ignorada, especialmente en la cobertura internacional. En las dos semanas tras la fuga de El Chapo, oímos relativamente poco sobre el desplazamiento de 200 residentes de San Miguel Totolapan en Guerrero, sobre el ataque del ejército en la comunidad nahua de Santa María Ostula, en Michoacán, o acerca de las desapariciones de 12 personas en Chilapa, Guerrero. San Miguel Totolapan es parte de un distrito minero, rico en oro, plata, plomo y zinc: se han concedido múltiples concesiones de exploración en el municipio. Los conflictos en Chilapa han sido constantes mientras civiles armad@s se hicieron cargo de la seguridad de la ciudad en medio de un conflicto que involucra a dos grupos criminales y la Policía Federal. En Ostula, l@s residentes tienen claro que el ataque del ejército en su comunidad se debe a la negación de permitir a l@s locales ejercer la autonomía y control sobre sus territorios.

Mientras la búsqueda de El Chapo continuaba, los resultados de licitación para la primera ronda de contratos de la exploración petrolera fueron anunciados por el gobierno mexicano. Se otorgaron dos concesiones afuera de la costa, a un consorcio de empresas de México, EE.UU. y el Reino Unido. Eso marcó la primera vez en 75 años que los contratos de exploración de petróleo se les concedieron a las empresas petroleras privadas en México. Fue la primera y la más pequeña de las cinco subastas de bloques de petróleo que ocurrirán en México como parte de la primera ronda de las concesiones otorgadas en el sector petrolero mexicano, recién privatizado.

Vale la pena señalar que Pemex, la petrolera estatal de México, no participó en las subastas. "La ausencia de Pemex en estas subastas establece un mal precedente, que tendrá consecuencias para las finanzas públicas, siendo que, en los últimos años, [Pemex ha representado] alrededor de un 35% de los ingresos del Estado," según Aroa de la Fuente, una investigadora de FUNDAR, una organización de investigación en la Ciudad de México.

En mi libro El capitalismo narco, sugiero que es importante que rompamos con la narrativa dominante sobre la guerra contra las drogas, y que empecemos a conectar la violencia en el país a las industrias extractivas. Eso, sin embargo, no es una cosa fácil de hacer. Un estudio recién realizado por María Fernanda Paz, investigadora de la Universidad Autónoma de México, demuestra que en la consideración de los conflictos ambientales en México, pocos se enumeran tener lugar en los estados que experimentan altos niveles de violencia a causa de la guerra contra las drogas [1]. Fundamentalmente, hay dos razones por eso: en primer lugar, donde la militarización y paramilitarización vinculadas con la guerra contra las drogas se encuentran más intensas, disminuye la movilización pública; y en segundo lugar, en estas áreas, la cobertura de las noticias sufre.

La falta de cobertura noticiera, y la dificultad que enfrentan l@s residentes en organizarse en las regiones donde la violencia relacionada de la guerra contra las drogas es parte de la vida diaria, impulsa la creación de una imagen distorsionada de las luchas ambientales, la cual hace invisible el papel de los recursos naturales en las zonas violentas. Esto no echa la culpa a l@s investigadores: sin cobertura de noticias, y con actos públicos de la resistencia más pequeños, es comprensible por qué las luchas ambientales carecen de la documentación necesaria para incluirlas en un inventario nacional de los conflictos.

Pero si, por ejemplo, examináramos las ventas restantes de la Ronda 1 de los campos petroleros convencionales y no convencionales, que están programadas para llevarse a cabo en Tamaulipas y Nuevo León, a lo largo de la frontera México-Estados Unidos, así como en el estado de Veracruz, nos daríamos cuenta de que estas son algunas de las regiones más conflictivas del país. Más allá de los tiroteos de perfil alto que a veces se incluyen en las noticias, se sabe poco fuera de la región acerca del carácter de la violencia y la represión que enfrentan l@s residentes en las ciudades y zonas rurales de Tamaulipas, que por mucho tiempo ha sido conocido como un estado peligroso para l@s periodistas. Catorce periodistas reportando sobre Veracruz han sido asesinad@s desde el 2011, más reciente Rubén Espinosa, quien fue asesinado en el D.F. junto con cuatro mujeres el primer de agosto del 2015. Tres otr@s periodistas han sido desaparecid@s en en el Estado de Veracruz durante el mismo período de tiempo.

Se dice que una gran parte de esta región rica en petróleo está bajo el control de Los Zetas, un cártel narco conocido por hacer desaparecer a l@s trabajadores petroler@s emplead@s por la petrolera estatal, Pemex. Hay que ver cómo interactúan Los Zetas con las petroleras privadas que se inscriben a explorar los bloques que se subastarán por la Agencia Nacional de Hidrocarburos de México.

Del mismo modo, muchas de las regiones de Michoacán y Guerrero que han experimentado un terror dirigido por el estado y la violencia paramilitarizada son ricas en minerales o en áreas con producción agrícola rentable.

Para comprender lo que está ocurriendo en México, es imperativo que nos movamos más allá de la corriente principal y el discurso oficial. Los sitios alternativos de comunicación como Subversiones, Desinformémonos, Sin Embargo y el diario La Jornada proporcionan a l@s lectores una visión diferente de lo que está pasando en México. La combinación de estas fuentes con un análisis que incluye las transformaciones económicas estructurales pueden ayudar a proporcionar un panorama más completo de lo que realmente está pasando al sur de la frontera Estados Unidos-México.

Dawn Paley es la autora de El capitalismo narco (AK Press, 2014) y una estudiante graduada en la Universidad Autónoma de Puebla. Ella, junto con Walker Grooms, de la oficina nacional de Acción Permanente por la Paz, entre otr@s, hablará en un panel de una conferencia en American University, en Washington, DC, el 30 de agosto, llamada, “La guerra contra las drogas, la ética de la prohibición y el complejo prisión-industrial.”

[1] Paz, María Fernanda, "Conflictos socioambientales en México: ¿Qué está en disputa?” en Paz, María Fernanda, Nicholas Risdell (Coordinadores), 2014, Conflictos, conflictividades y movilizaciones socioambientales en México: Problemas Comunes, lecturas Diversas. Cuernavaca, CRIM, UNAM, Miguel Ángel Porrúa, Eds

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